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No es ni nuevo ni desconocido que la administración de Barack Obama esta repleta de abogados que han trabajado en la industria del entretenimiento representada por la RIAA y la MPAA o bien, relacionados con Hollywood sólidamente.
En el 2009, Barack Obama ya había posicionado a
cinco abogados de la RIAA en puestos clave del sistema de justicia estadounidense.
Rahm Emanuel, quien fue coordinador de su gabinete presidencial y ahora el Gobernador de Chicago, es hermano de un importante
manager de talento en Hollywood,
Ari Emanuel, quien además realiza lobby
"anti-piratería" en foros internacionales.
Los dos cargos más importantes de su gabinete actual están muy ligados a la
industria. Para empezar,
Joe Biden, Vice Presidente de los Estados Unidos, es un conocido maximalista de la propiedad intelectual y promotor del endurecimiento de las leyes relacionadas. Biden fue uno de los cuatro senadores que
Jack Valenti — ex dirigente de la MPAA, ahora difunto —, la RIAA y la BSA invitaron a
celebrar con champagne el triunfo del DMCA en el 2002. Biden es el responsable de
épicas y opacas reuniones "anti-piratería" en las que ha reiterado su abierto apoyo a la industria del entretenimient, utilizándo su misma retórica:
No se ni desde cuando he estado en esta batalla con todos ustedes. El problema cada vez es mayor. La piratería intelectual (sic) esta costando a este país y a todos ustedes billones de dólares y millones de empleos, y si no nos coordinamos mejor con todos los recursos del gobierno federal para combatirlo, solo se va empeorar.
Por otra parte y aunque no fue parte del
staff directo de Obama — solo para entender la magnitud en la cual los intereses detrás de SOPA penetran el gobierno federal estadounidense — tengo que mencionar a
Chris Dodd, antes Senador y ahora jefe la abominable MPAA. El defensor y promotor de SOPA, inició su gestión el año pasado afirmando que estaba listo para atacar el
"saqueo intelectual".
Además de un equipo evidentemente alienado con los intereses de los monopolios intelectuales,la muestra más clara de apoyo a la industria por parte de Obama fue la firma del
ACTA — a pesar de las
serias contradicciones constitucionales que tiene con las leyes Estados Unidos — la cual fue adoptada por siete de los treinta y tanto países involucrados en la negociación. (México, Suiza y La Unión Europea, por el momento no la han firmado.)
Seguramente hay más cargos producidos por las famosas
revolving doors en Washington, solo cité los casos más conocidos y emblemáticos, de algo que el maestro Lawrence Lessig, creador de
Creative Commons, llama
corrupción institucional. Lessig, de hecho publicó recientemente un libro al respecto titulado
"Republic, Lost: How Money corrupts Congress — and a plan to stop it.".
Mientras Estados Unidos encuentra la forma de arreglar el pequeño problema de lobbying salvaje que tiene — SOPA, un claro ejemplo de esa cooperación cercana con los recursos federales a la que se refería el vicepresidente Biden, esta ahí y será votada el 24 de enero.
Tal vez el cálculo político falló o más bien, la posibilidad de que no se haga la voluntad de la industria del entretenimiento, simplemente no es opción para la élite política de Estados Unidos. Pero el hecho es que como
The Hill señala pertinentemente, sí SOPA es aprobada, el el Presidente Obama tendría que
firmar la legislación o vetarla. Para tomar esta decisión tendrá que elegir entre
el pasado que representa su gran aliado, Hollywood — o Sillicon Valley, una industria que representa
el futuro que SOPA obstruiría dramáticamente:
Si Obama firma la ley, destruirá las esperanzas de los ejecutivos de Sillicon Valley que donaron mucho (dinero) a su campaña de 2008 y están vehemente opuestos a esta medida anti-piratería.
La industria del entretenimiento vería un veto como una traición de esta administración a su prioridad más significativa.
The Hill reporta que el sector de
televisión, música y cine ha donado millones de de dólares a la campaña de reelección de Obama.
Open Secrets, una organización dedicada a la transparencia y el monitoreo de lobbying y contribuciones a campañas electorales en Estados Unidos
ofrece los siguientes datos: La política de propiedad intelectual del gobierno estadounidense es desproporcionada y opaca. Las posibilidades no son muchas, pero tampoco imposibles. Barack Obama
no se ha pronunciado en cuanto a SOPA, pero la legitimidad y la reelección del Presidente del país más poderoso del mundo, depende ahora y en gran medida, de su elección entre
Hollywood o el internet.
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